Un año nada más. Eso es lo que le queda al gobierno de Ada Colau para que se le acabe el fracasado mandato. Y si digo ‘fracasado’ es porque en estos últimos años lo único que ha conseguido es poner en su contra a casi todas las asociaciones de vecinos y comerciantes por su mala gestión. Algo que ha conseguido por no querer reunirse con ellos para llegar a pactos tales como los relativos a la implantación de carriles bicis.
Un ejemplo lo tenemos en la asociación de comerciantes de la Rambla de l’Onze de Setembre. Dicha asociación ha pedido, por activa y por pasiva, que el carril bici pase por otra calle y no por la que propone el gobierno, porque causaría más problemas y molestias que beneficios. Otro de los fracasos de Colau es la ley de terrazas, una ordenanza que puso en pie de guerra a todo el Gremi de Restauració de Barcelona y que en el barrio de Sant Andreu afectaba directamente a la Rambla de Fabra i Puig. Los restauradores se mostraron contrarios a la aplicación de dicha ley porque la afectación de la misma era muy negativa y afectaba, entre otras cosas, a puestos de trabajo. Pero sí existía un tema capaz de poner de acuerdo a asociaciones de vecinos, comerciantes e incluso a partidos políticos para llevar a cabo un proyecto que contentaba a todos, era el de la reforma de la Avinguda Meridiana. Proyecto que, finalmente, no se va a llevar a cabo.
Cuando llegaron al Ayuntamiento de Sant Andreu colgaron una pancarta que decía “Aquest Ajuntament ja és nostre”. Era el anuncio de la gestión fracasada que se ha llevado a tiempo en estos años. Sin ir más lejos, en el campo de la vivienda, porque desde que empezaron a gobernar se han disparado los desahucios cuando Ada Colau era la ‘abanderada’ de acabar con ellos, hasta que se dio cuenta que no tenía competencias sobre ello. También abanderaba la lucha contra el vehículo privado y el turismo y también ha fracasado gracias a sus políticas poco acertadas sobre estos temas. Se puede reducir el tráfico, por supuesto, pero primero hay que ofrecer un servicio de transporte público de calidad. Se las prometían muy felices pero, finalmente, no creo que vayan a comer perdices.
Com a redacció de l’escola no està malament, Jordi. Ara bé, si aquest és el nivell de reflexió i opinió d’un representant polític, vas arreglat! Vergonyeta!